Transitamos en un tiempo equivocado
de muertos vivientes que consiguieron antes que yo,
lo que tanto soñé;
tu amor,
mediante chantajes por los que besaste,
tú, utilizada cual muñeca sin cabellera
y semidesnuda,
(tu dolor es mi dolor)
ahora arrepentida buscas en los rastrojos
de mi recuerdo
recuperar aquel tiempo
donde el aroma de lo puro hacía atisbar la eternidad
en esta vida sin sentido ni puerto,
pero yo estoy ya en otro lugar,
mi barca oscila
entre la luna y el fuego,
allí tan remota o tan cercana quizá,
como el lugar donde
naufragaron nuestros sueños.
Tránsito de rocas quebradizas
en la noche sin estrellas,
te cambié por mil viajes imposibles,
y acerté,
tu amor sigue ahí, donde estoy
porque me enamoro de infinitos,
único recoveco donde aman los que creen en el amor,
o las que besan otros labios, como tú,
y después de cada baile
no saben si reír o llorar por ver el tren pasar
del corazón o un desconocido entre las sábanas.
Aquí nadie va a claudicar,
nadie somos perfectos,
aunque algunos soñamos con perdernos
en el universo de cada filo de montaña
en cada recorrido curvo de las olas del mar,
te hice poesía, aunque no te escriba,
porque cuando ya no nos martirice más el ruido
y aunque alguna que otra arruga nos cuarteé la piel,
al arte nos remitiremos, a los versos y la música
que vibran en el alma,
y traspiran con el vaho de cada gemido
bajo las ventanas abiertas del firmamento,
para que puedan volar
las luciérnagas peregrinas
de nuestras almas, vacías de sed, llenas de tiempo.
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