jueves, 25 de febrero de 2016

Santa locura


Nadie sabe nada de nadie,
y esta ciudad entorna
las ventanas antes que francotiradores,
hijos de la traición y con tu sangre,
apacigüen gritos suicidas
con droga caliente entre las manos
e Iglesias que se van incendiando
donde se perpetuó
el asesinato de cada nacimiento.

Crisis, España, hoy.
Nostalgia de verdad entre tantos falsos confidentes.

Pero reconócelo, coño, estás solo!
tu cuello vale un puñado de monedas
y los poetas liman con cuchillas oxidadas
las yemas de sus dedos,
los que besó esa chica perdida
cuando la primera vez
sabia a "Buenas noches principito".

Nadie sabe de libertad.
Las madres engañadas
educan a los hijos como patrones
de un barco tirado por hijas.
Pero la niña ya se resignó de buscar
una compañera con la que crecer
en el álbum de causas de tortura
cuando la prostitución da todavía para comprar leche.

El amor es un acto revolucionario,
lo sigo creyendo,
un grito en un mundo bastardo
sin más alma que el dinero o el revolver.
Suspiros para sobrevivir
de gente que sostiene el corazón al cielo
sin que nadie atienda
a ese tullido y maltrecho trozo carne muerta
y amarilla.

Ella se irá con el malo del cuento, 
y el muchacho 
que la soñó luciendo una bella violeta en la solapa 
se quedará mirando
mientras se besan. 

Ella lo advierte y en ello abrirá los ojos
para clavar la humillación de decirle sin palabras:

jódete, las flores son para los muertos.

El mismo color del firmamento
lo atesora la mierda de los charcos;
hay gente que quiere suavizar al dolor
pidiendo disculpas a la muerte
pero mañana el final le amasará como el rodillo al pan
que solo comen saciados
tus niños del primer mundo.

¿De qué sirve mantener entrañas y vísceras
bien ataviadas con corbata?
¿De qué sirve escribir, beber, follar
si no está apoyada tu cabeza en mi hombro
después de eso?

Quedará para el museo las obras de arte
que no viste al morir joven,
las clavículas heladas
sin besar por no ser valiente.
¿En qué parte de la historia 
se verá escrito el que yo te ponga una rosa en el pelo
y tú llores impotente por la felicidad
que nos borraron tras un corazón de tiza? 

Y a pesar de todo,
a pesar del asesinato
que es la vida misma
en la parada de bus,
(a pesar de mí),
solo diré que nadie sabe nada de nadie
pero Te Quiero,
acto rebelde de pacificar el mundo
si tú me miras tras las secuelas
que te marcaron las serpientes y su cicuta.

Quien sabe del horror de la vida
valora más nuestro abrazo
cansado de hospitales
y pájaros enjaulados
de la santa locura.

Santa locura. Como tú.


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