jueves, 28 de mayo de 2020

De viaje


Mis sueños van de viaje,
de tu parsimonia a mi entrega,
de ciudades con nombre
pendiente en el aire,
de la lluvia en los tejados
cuando perderse es una forma
de sobrevivir.

Como aislado del ruido,
tu amor calla lo que dije de niño,
lo que odian los amantes
antes de jurar.

Mis sueños son la lanza
de una luz extraña,
de la vida luego de nacer.
Y tú no digas en cuánto tiempo
muere el sol.


domingo, 10 de mayo de 2020

El mundo varado


Esa noche llovía, y las almas se estrellaban en el silencio de las calles.
Nada.
Un virus asoló países de Norte a Sur y sus gentes guardaban precauciones y miedos en el espejo de cada luna rota.
Llegaron los primeros rayos de luz de un nuevo mes y en los barrios de ceniza se tiñó la sombra de lo incierto.
Cada peatón invisible fue eco de un sol tenue; brisa de los meses cuando nadie pudo salir de sus casas. La sinrazón hecha monotonía se convirtió en el misterio de ciudades inhóspitas, cada vez menos nuestras. Aunque los ventanales quedaron suspendidos por el aplauso todos los días a las 20h de la tarde.
Los enfermeros y sanitarios se bautizaron con sus espadas y lanzas ante las yagas de la muerte que anhelaba brotar.
Las parejas distanciadas se escribían cartas con tinta del dibujo de sus labios. Los amigos no se abrazaban, y los ancianos rezaban que antes de que cualquier pandemia alertase a sus pulmones, la vida les permitiese volver a ver a sus nietos.
El mundo era ese aire helado que de boca en boca un virus congelaba en el tiempo y el lugar a las tiendas, los bares y todos los encuentros. Lo que fuimos.
Éramos pequeños tú y yo, el miedo voraz abanicaba nubes negras, como alas de murciélago, como distorsión sonora. Otra noche como aquella, dejó de llover.

Sin saber cómo, un amanecer nos fuimos levantando poco a poco para que alguna vez llegásemos a contar que el mundo quedó varado en nuestro horizonte. Que el mundo quedo vaciado en un grito silencioso tan separados y unidos todos ante lo inabarcable.