Los nervios desorbita mi templanza,
tan loco como sabio,
tan de nadie como la luz extraña,
esa que se filtra por mis ojos
y llega a percutir mis entrañas
cuando fui memoria en el tiempo,
y pudimos ser amor,
pero al final no fuimos nada.
Estrangulo mi libertad
a cambio de tu mirada
tan dulce y villano
que al olvido le doy la mano
febril y cortada.
Mano de terciopelo y dolor
mano de obrero que acaricia una guitarra.
Tengo un amor en cada muerta
que me vivió,
y las flores que nacen en mis cuencas
las adorno con el silencio
de un manojo de relámpagos
entre la tempestad.
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