Te escribo y abrazo el amanecer,
perdido para que se cumplan aquellos deseos,
si tras los desengaños
se abre una herida en el cielo,
y yo, rimo al contarte
que soy porque te sueño.
Te escribo en la fiebre de este temblor
cuando palpita el sol
a la sombra de tu cuerpo,
deambulo de carretera en estación,
para ahogar el tiempo de los dos,
cuando toda eternidad duraba
tan sólo un breve invierno.
Primavera que persigue las huellas
extraviadas de un todo en el pasado,
mientras nuestro porvenir
se perdió en la nada,
busco tu amor en mi palabra,
para que encuentres
este poema
en otra cama.
Otoño de hojas que renacen
al candor de la nostalgia,
la que en la mecedora del salón
va y viene
como lo que fuimos,
te escribo para llegar un día a estar cuerdo,
pero me vuelvo loco al descubrir
que tus labios manchados de cansancio
bailan con la locura
la triste melodía
que se forjó de dolor
amargo en nuestro tiempo.
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