No quisiste atender a mis ruegos, Olga,
pero, siendo sincero,
yo tampoco estuve preparado para los tuyos,
(cada uno convive con sus pecados,
y el mío fue no poder ser libre a tu lado)
mientras miraba a los lados y me preguntaba;
por qué yo,
al no creer merecerte… y obvio, no te merezco
porque valgo mucho más que tú.
Han pasado décadas,
tanto tiempo, que la vida se nos va. Se fue.
Fuimos ese destello inmortal
en el que se cruzó la muerte, la locura y el amor,
por aquel Colegio Mayor,
yo, tan anciano cargando injusticias.
Un beso era la respuesta
pero quién se hubiese atrevido antes
o en Baladre, después,
a haber apretado el gatillo?
(...)
Redención o castigo por partes.
Yo, podía haber calmado
la fiebre visceral del planeta
con tanta fuerza, con tanto descontrol
mediante Un te quiero,
mas no llegué a tiempo.
La caricia invisible de nuestros cuerpos
la maldijo un dolido dios.
… y de todo lo perdido
nos pide cuentas un pasado con pena
y este destino,
psicosis por haber escrito poemas
en mi adolescencia,
confundido entre tu dinero y mi huida
al pasado.
Y yo fui, ya sabrás, sensibilidad
que al tocarla se moría,
para verme en el cristal roto de tu reflejo
desde un hospital,
donde los ecos de mi alma
aullaban por la tristeza de tu sonrisa,
rebelión de belleza,
asalto a la pureza, tan cobarde
que al soñarte me enloquecía..
No quisiste saber nada de mí,
o… algo me dice que tu pensamiento
ha vuelto varias veces a preguntarse
cómo este loco en pie podría caminar,
para olvidar
la sombra de los fantasmas
de un recuerdo con tu voz catalana,
y despojado de rencor,
con esa dulce cara de niña
que no sé bien si fuiste ángel o diabla. En fin.
Hicimos temblar al mundo, que lo sepas,
y mi sien después de ese temblor
regresó
al país de los vivos
mientras te habrás dado cuenta
que entre tu hachís y vicios,
no atender el auxilio de mi pena,
te habrá hecho fuerte
a lomos de esta condena.
Olga,
el eterno final es nuestra historia;
la más bonita y triste que nadie escribió
ahora te cuento que no me dueles
pero te llevo aquí, a mi lado;
ojos de almendras amargas
como perlas
de corona de Cristo entre espinas,
esa que llevo en la mente,
e intento liberarme al comprar en tu Farmacia
mil fármacos que suturan pero no olvidan.
Pasado el tiempo,
has sido tan importante
que te amé en sueños,
como fantasía que es la vida y el más allá,
de tal forma que el amor alcanzó la locura,
de un corazón roto que te olvidó para siempre
o tal vez
ya nunca te olvidará.
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