martes, 19 de septiembre de 2023

Mi verso


Mi verso es una revolución, 
un acto rebelde.

No escribo al amor, sino a entender el hecho
que nace de él y se dispersa en mil enredadera
atenazado como la muerte.

Revolución que olvidaste
como olvidas la promesa del amor, 
como olvidas lo bello al creer poseerlo, 
escribo para encarar a un dios
que hizo de la ausencia y el hambre
la encrucijada por la que nos perdemos.

Me duele los neones de dulces hoteles
que no alumbran a familias que duermen
en la calle, 
escribo para poner nombre a lo que no ves
pero existe
como la palabra prohibida
que da luz a la carne, 
realidad a los fantasmas.

Mi verso es una revolución 
de guitarra y vida entregada por el arte, 
sensibilidad que murió
ante tanta traición, pero renace.
Recorro el corazón en el trazo
del poema mío dolorido
por el palpito de soñarte, 
de soñar-arte.

Envejecí lo suficiente
para creer que otro mundo es posible,
ahora que todo se vende
y se crea ilusiones de metal
donde los ideales no caben.

Pero intenta sonreír
en la foto de Instagram
que revela la miseria 
de una revolución muerta
que en el fondo del corazón
grita y se ahoga porque somos
creación de luna
lucha eterna por entregarlo todo
pero sin referentes ni culpables
quizá vivir con autenticidad
sea la poesía secreta, la rebelión
que nos haga libres.
Llueve en mi alma, 
aunque el sol abrasador del desierto 
esté presenciando la vida a nuestro alrededor;
se escuchan tristes campanadas
en la Iglesia del pueblo de Tavernes,
donde durante un año
tomó cobijo el frío
de mi corazón.

Nadie sabrá, entre los lugareños,
que como un Machado de torpes sueños
ando escribiendo
la biografía del cielo en horas de despacho;
la vejez de la luz en tu mirada nueva y risueña
encuentro,
allí donde pisaste la luna de mi cuerpo, 
tras tanto tormento
y los dos caímos por nuestras ruinas
en la lumbre de la sombra 
de lo que fue nuestro.

La desilusión que se enamora;
el bailarín cojo que da vueltas en sí mismo, 
la vida hecha despojos
mientras nuestra muerte 
va acechando en las esquinas,
a cada hora.

Lloverá en mis manos
cuarteadas y febriles 
como los hombres y mujeres libres
que se cansaron de tanta protección, 
y la esperanza es la espera
de un barco a la deriva
cansado de esperar.



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