Sigo retando a mis miedos,
sigo desafiando al alba,
tengo entre mis manos el fuego
con el que se prenden
el conjuro secreto
que no cuentan las palabras.
Beso a princesas de historias
protagonistas de mil cuentos
como los que cuento yo,
sigo siendo
quien arranca del sueño eterno
a la muerte que en esta vida
dormita junto al dolor.
Siguen los días durando varias noches,
en las cuales narro el baile de disfraces
donde se borraron nuestros pies,
soy un viaje sin pasado,
hijo de la tierra de nadie,
padre de las cicatrices que adornan
tu sangre en mi piel.
Desnudo la herida de tus sueños,
aunque calles como el silencio
con el que te vistes,
quietud del frío en los veranos,
cuando despertamos
para llegar a la eternidad
en siglos vacíos y tristes.
Sigo amando lo que odio,
sigo caminando entre quienes no me entienden,
y comprendo que las heridas
que adornas debajo de tu vientre
son desengaños helados
de la luz que al abrir los ojos
se cegaron
por no creer en un sentimiento
más allá.
Parece que existen dos estaciones,
o caer en los mismos errores
o solitarios vagar;
mientras lo pensamos,
-siéntate, te ofrezco el tiempo,
que es lo único que tengo
si soy lo que te sueño,
si eres donde empieza y acaba
mi verdad.
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