Hago como que me da igual,
pero no me da igual,
ni romántico escritor
de un siglo perdido al que encontraste,
ni idioteces varias,
vamos,
me conmueve lo que otros evitan;
el tiempo
y la injusticia,
osea,
el cansancio, los barrios, la guerra entre
lo animal frente lo humano,
lo divino y la dignidad
de tu mano que está temblando
ante el abuso de la fuerza;
porque haces que te da igual,
pero en el fondo
no te da igual.
(...)
Que te usen como objeto,
que seamos esclavos de un juego inútil.
Que se vea mancillado lo más bello,
y en el descorrer de nuestros párpados
la vida se fue
buscando
la pureza que de niños nos robaron.
Y yo, tardé tanto en llegar a aquella cita nuestra
que nunca se dio, recuerdas?…
porque tenías miedo, tanto miedo a lo bello
que sucumbir ante el otro, el mundo vulgar,
te hacía olvidar
que las manchas de tu alma
con barro se limpiarían.
Los pecadillos de juventud excitan
hasta que ves que llegado un punto
estás a deshora y a contracorriente
de la marea de lo auténtico.
Hacemos que nos da igual,
pero no nos da igual.
No quiero pensar,
que nuestro corazón se ahogó ya
que es demasiado tarde,
que la violencia ganó,
y nuestros cuerpos han sido
para la posteridad
un par de sacos de combate.
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