jueves, 25 de enero de 2018

Dolor


Suele pasar que hay gente

que se beneficia
del dolor ajeno.


El eco


Más que el miedo a la muerte,
me da pánico
la vida de mentira, falsa
y de traición,
como eco.




Huracán


Luchar por la vida;
por ser tú mismo,
a pesar del miedo ajeno
puede ser el mayor huracán
de consciencia
para cambiar la tristeza
del mundo.




Cambios de baile


De la pena
a la envidia
y de ahí
a sentir vergüenza propia
mientras se va cambiando
de baile.


miércoles, 24 de enero de 2018

Volvió a nacer una Flor


Ni escribir, ni el deporte, ni la música, ni llamadas de alguna mujer, ni abrazos de antiguos amigos.
Descuído de química para este corazón de huesos de papel de charol, con sonriente envoltorio, y una imposible historia de supervivencia en sus venas.

El cielo se desmoronaba, los ángeles se demoraban, media ciudad contuvo la respiración...

... y volvió a nacer una Flor.


Calma


Después de la Tempestad, viene la calma.

Y aun me pregunto por qué las mejores personas se ven asaltadas por Dios?




martes, 16 de enero de 2018

.



Más que a los pobres, ten miedo a la gente con miedo, más que a los locos, ten miedo a la gente con miedo, más que al diferente, ten miedo a la gente con miedo.


sábado, 6 de enero de 2018

XX


La locura del prisionero
es también tristeza de no concesión
del cuartelero.
Poner puertas al paraíso duele
como no traspasar el vergel prometido
que nada da y todo promete.


XIX


Campesino mudo,
que tomas el estiércol del mundo
al hacer tuya la inefable ilusión,
aquella,
que dicen que no te pertenece,
eso eres tú, campesino estercolero,
noble nogal que se mantiene en tiempos
de guerra,
misa en tu boca,
amamantando lágrimas gélidas
de tanto desaire,
de aquellos que relinchan contra la
Libertad.


XVII


Amante perseguido,
alma libre sin libertad,
y con la risa apuntalada
por miles de aguijones.


XVI


Yo de oficio vomito flores para un incierto final:

te quise,
te quiero,
te odio,
te querré.


XV


Hay personas que besan despacio la rápida traición de los besos robados.


XIV


Ulula el viento del norte, el viajero escribe sin esperar respuesta alguna, porque está dentro de sí.
Mañana volverá a cambiarse el ciclo de las cosas, y el fango de lo andado no es más que estiércol mudo en dunas de espertento y delirio. No es más que asombro de gentío que antes acusaban.


XIII


Una amenaza certera no entiende de ciento de recompensas.


XII


Aprende no de la felicidad de quien tiene diez,
sino de la eterna dicha de quien con dos hace el mundo suyo.

aprende.


XI


No hay malos ni buenos en este juego sin cuartel, hay admiración y envidia que ladra que ya sea por valiente o por cobarde revienta un ajedrez aun por empezar, así circular.


X


Vestidito de azul, doctor para tolerar tanta incomprensión, tanto dolor.

Con su camisita y su canesu.



IX


Nacer pobre en el país de la apariencia, destello de luna en mitad de la foresta, quiero tener lo que tú, oigo murmurar y  solo tienes tristeza bella.




VIII


Al abrir la cancela, al cerrar los ojos ante el miedo, puede que sufrir sea pasado y nos quede solo un nosotros solos en un mundo hoy y cada vez, menos nuestro.



VII


Muero sin morir en ti, muero muriendo en mí, porque al morir, te quiero.


VI


En el Hospital General la luz tiene olor a naftarina.


V


La libertad está en tu mente,
el amor en tu corazón.

Dime, qué buscas en el desierto,
sobre aquello que no se tiene.

Dime quién es un rey sin corona
de besar el mundo,
sin que sea suyo,
alzando al sol al anochecer.

La noche llega en cada día privado de luz. En cada rutina, en cada lágrima rota,
el día es eso, cuidar lo desposeído, y tener una flor negra olorando mi boca.




IV


Balbuceo mas enseñé al alma a escribir.


III


Duele como el temblor de un jardín helado, de que tú me mires y te embadurnes entre los años, dueles.
Dueles tanto que nunca sabré compartir.


II


La traición de la chica, la traición del muchacho; aguijones en la despedida de ser dos en medio de un  pasado, que nadie admite, que todo es vinagre en el fuego.


Flor de hospital I


Cuántas veces esperé a que el viento llevase las venas a la sangre seca de mi vida, pero mi vida fue un patio donde todos jugaban menos yo, pelota perdida allá donde estabas esperándome, o no,

o no.