Tu risa rota
besa al reloj de arena,
es el rompeolas del naufrago
es la roca en pleno desprendimiento
de corazones cerrados y heridas abiertas.
Tus ojos son las estrellas fugaces
que guían mi temblor,
la soledad de dos faros que alumbran
un paseo sin alma ni multitud,
lágrima que muere, nacimiento del mar
por cada uno de los sollozos
que contaminan de desamor
la tempestad.
No me cansaré de luchar
en esta batalla
de tu cuerpo frente mi mente
de mi mente contra tu cuerpo,
tristeza que canta un ruiseñor;
libros perdidos
cuando quise descifrar tu forma de hablar
en lo fugaz de nuestro encuentro.
Tu pelo de caracola,
que me hipnotiza
a través del tiempo
ese que se me cruzó como estaca
como cuando fui lanza
en medio de tu vientre,
y tus brazos
armaron el amor
que falta en los ejércitos.
Tu risa que es una cicatriz horizontal
que mira al deseo
con la ceguera de quien sonríe
tristemente al besar,
duró un segundo tu estrella,
en mi firmamento
perdido en el cielo,
ese que yo pude imaginar.
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