Un terremoto se desliza por mi cabeza,
y el miedo se viste con el aroma
a alcoba entre presencias,
en el alimento del alma
que en la luz opaca
dibujó mi imaginación en el aire
nuestra silueta.
Temor de ser y no ser,
de que alguien te ponga a prueba
tras el vaivén
de la danza fugaz de las estrellas,
esas que huyeron de la oscuridad
y se quedaron brillando aún muertas,
como tu sonrisa en mi recuerdo
como mi aullido en el desierto
o el fuego de nuestros pasos
ardiendo
y abriendo camino
entre la maleza.
Se estrellan los cometas en mis mejillas
creando lava bajo mis ojos,
al no querer perder tanta verdad.
Un poema es alma
y mi alma de versos se condensa;
todos anhelan un exilio
y el paraíso está en esa búsqueda
más que en las respuestas.
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