Nuestro amor fue un devenir de olas
que se enredaban entre ellas mismas
para dar con la frontera de cada isla
que eran tus pechos rebosantes de la lengua
de la arena
y la sal,
pelo que se adorna de corales
y caracolas,
del festín con el que las sirenas
beben del huracán que deshoja
las brumas donde agarré
el desvelo de amar,
de haberte amado tanto.
Nuestro amor fue un ronquido
de los ángeles
en la playa de la memoria
entre dunas y plata cada puesta de sol,
en el muelle donde se desviste
las sombras de las gaviotas
que sobrevuelan los puertos
abandonados
entre mareas y el sol.
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