Vivo en dirección contraria, lo sé.
Kamikaze que se dispara a sí mismo,
cansado de la hipocresía de la gente,
la que, víctima de sus pecados
quisiera verme condenado
por convertir en realidad
lo que no se atrevieron ellos a ser.
La noche hierve en mis pestañas,
abro los ojos
y el universo confabula
con mis poemas, mil viajes
en el curso de esta vida
tan divina en el fuego
como en el cielo, infernal.
Empecemos a darnos cuenta
de que el amor sólo existe
en los laberintos
de nuestra imaginación,
en los libros no escritos,
en los cobardes silencios
que no nos atrevimos a oír,
(Si en medio de un volcán nadan mis penas,
tu vida tranquila naufraga en un temporal)
Una vez leí que en el mapa de lo perdido
es conveniente marcar con una cruz la llegada,
allí donde despojado de todo,
te encuentres.
Y es que ser esclavo de sí mismo
será el dolor del guerrero
que de tanta imaginación
inventó un mundo de locura por no ver
la triste verdad de las ausentes.
Todo lo establecido se infesta
de rutina,
ardiendo tras el cansancio,
en el abandono de lunas rotas,
soy peregrino que baila en la vía contraria
donde la noche me acompaña
junto al recuerdo de tus ojos turbios
y tu sonrisa
que besa fantasmas,
pero se siente sola.
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