Esta vida se diluye en la aspiración
de soñar con otra,
en ocupar nuestro tiempo
tras el exilio mancillado de soles y oscuridad.
La vida es la quimera del tiempo,
el último rumor de batalla
ante un balcón con estrellas pero sin luz.
La agonía me acompaña en este camino,
y también me ayuda a crecer,
porque de todo el dolor que arrasa al mundo
uno puede hacerse fuerte donde
la muerte
tomó pulso al dolor.
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