Aunque te disfrazaron
de leyenda romántica
cual angélica salvadora;
musa de pelo manso o piel dorada,
-mi poesía te pide perdón-,
hermana guerrera,
que junto a este dolor
haces mares el llanto,
creas abismos en la distancia
separando el fuego de la injusticia
por el sueño real
de un tiempo aún no alcanzado,
y un mundo mejor.
Aunque, torpe de mí,
te disfracé de melodía,
lo siento.
No era mi intención empujarte al Olimpo,
sino fue simplemente evitar
mi choque contra el suelo
de un deseo indulgente,
fuiste un ideal que enloqueció,
la razón de la sinrazón
que me cegó al verte.
Aunque el deseo tiene muchas formas
hasta volverte extraña de ti misma
por tanta confusión,
nuestro latido tendría que calmar a la fiera,
y el feminismo
por sentir de igual a igual,
pues yo quise entregarte tan sólo un poema,
y la locura no supo apiadarse
de este pobre
corazón
que aúlla como lobo herido
aún en aquella tormenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario