Entre las ruinas de la precariedad
se atisba un poema como revolución
cuando la palabra aguarda tener su sentido,
tan libre que lo odias, -que me odias-
por ser desquiciado loco
que te desnudó sin haber tocado tu vestido.
Este sistema no perdona,
y se llenan de imposibles el futuro,
los dueños del mundo
te chantajean con el dinero que nos roban,
y la felicidad siempre es
un triste asunto.
En los mares de la resignación
cuida de mí el desangelado guardia
de las promesas,
te quiero y no me esperas
y entre los montones de papeles
que desordenan mi alma
buscando la perfección ando
tras
un poema.
En el eco de mi murmullo
resuena la voz muda de los recuerdos
junto a ti.
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