No hablo de romanticismo,
hablo de dignidad.
Dignificar el sexo,
el amor,
la locura,
el hambre,
la tristeza,
la alegría.
-Dignidad-.
No quiero que te vistas de sueños que te eleven,
lejos de lo que tenemos aquí.
Ni que me perfumes de misterio
para luego matarme entre tus miedos.
Solo quiero ver contigo la cruda realidad
para rebelarnos contra la vida vacía
de almas muertas que andan con vida
pero en cuerpos sin esperanza ni dios.
No hablo de hacer más bonita la realidad
sino de verla con ojos
que sepan desnudar su misterio,
hablo de no girar la vista al dolor
sino entenderlo, cuidarlo
y lucha por ello.
Dignidad de palabras
que hagan un universo
donde antes nadie las nombró.
Dignificar
el silencio,
lo difícil,
el tabú,
el misterio,
yo, tú, nosotros,
la oscuridad que nos permite ver
el mundo y su luz.
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