La gente de izquierda se unió
y tiembla el temor del mundo,
de las cavernas que rezan
de los psicópatas que piensan
(si llegan a pensar)
que todos son como ellos.
La izquierda se armó de amor
por un sistema más justo,
y ante la amenaza del odio,
de un relato excluyente
que mana del complejo y el miedo.
La gente del bien, que hace menos ruido
que el egoísmo subyacente
salió en mareas a gritar todo aquello
que enmudecieron
tras pactos de silencio.
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