El grito de Palestina ensordece y nadie oye,
los aviones vomitan nubes ciegas de esperanza,
si el grito de Gaza es un niño muerto
que nace en medio de la nada.
Palestina arde y el mundo sigue durmiendo
dando la espalda a las llamas,
se le consume el tiempo
y en su pecho arde
una violenta emboscada.
Llamémosle asesinos a los asesinos,
si entre unos y otros
el pueblo exige la paz,
un dios tirano
encorseta el rezo
que ampara la media luna
y la estrella en el cielo
de algún día llegar a olvidar.
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