Qué cruel es la tierra del refugiado
al que arrancaron su raíz,
y lo mataron antes de ver vida.
Palestina, tierra de Nadie,
y nadie que no puede parar
la genocida mano
que mece el pasado,
la que aniquila gente cuya inocencia
es una flor llena de ceniza,
entre terrorista y terrorista
el pueblo teme el terror, y se balancea.
Nuestra condena
aguarda un mundo vacío
en la amalgama sin color
de razas muertas
tras un palpito
cual intifada y resistencia
mientras la madre junto al Corán,
acaricia a la muerte
que atesora el vientre del mundo.
Palabra que no logra enmudecer Estados;
y es que la historia es cruel
en la encrucijada de caminos
cuyo destino
supone la cruz en la cuenca de ojos
áridos,
cipreses y delirios
color negro
que da luz
a la vergüenza de la humanidad
Palestina Libre!
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