El amor como verdad indómita
crece en la levedad de las horas,
de los días
que no son nada
y a cambio, cada momento,
vuelve y se queda suspendido
en eternidad.
Amor que hace girar al destino,
(…)
que maniobra para cambiar de sitio
las reglas del universo,
ese,
que tácitamente
mueve el hormigo ante la pulsión
de un anhelo
y reta a la gravedad del sentir.
Amor como verdad última
del inicio de estos días
que son todo comenzar
y se crea humo de nubes
en cada espera
para ser cuerpo que toca la esencia
invisible que nos hizo
amantes antes que pura
tempestad.
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