Tras la noche cerrada
de una historia
que ya no nos pertenece,
en el trémulo resquemor del minutero,
cuando todo lo que filosofamos
sobre el amor
entre cigarrillos y humo
fueron cortinas del tiempo
que se desvaneció.
Allí, hecho recuerdo me encontraste
para creer que llegaríamos a ser
lo que la marea posteriormente dejó atrás,
tú con tu distraída mirada
de verte observada en la razón
de esta vorágine,
de ser la palabra que enmudece
cuando en aquella Facultad de Letras,
nada nos diría que hubiéramos
tenido ambos
esta suerte de un fatal destino.
Las estrellas son luciérnagas
que se escaparon de la jaula
de tu sexo y el mío,
son el vibrar a destiempo
en el momento justo
de habernos querido,
tras una noche sin mayor luz
que el tacto de tu piel
y el pasado eterno de un recuerdo
que acabó pero sigue
tan vivo.
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