Tengo de frontera la ilusión eterna
de la mente,
esa que nos dice que nada nos pertenece;
que ya es tan tarde…
hay un paraíso huido
a lo que hemos querido,
y es la tinta tras la imaginación
entre nubes de luz
que dan sombra en el destello
de nuestro porvenir.
Abismo de juego de ajedrez infinito,
dimensiones donde el destino
ejerce la magnitud de estas huellas cansadas
que te nombran a cada paso;
en cada estación,
tengo el mundo en lo que dura el abrazo
que no nos dimos
aunque en la hoguera del olvido,
mi cariño, nuestra promesa
ardió.
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