Tiembla el amor en cada latido nuestro,
y es que -de nido en nido-,
vuelan gaviotas heridas,
mientras tintinea la luna en Valencia,
cuando te diste por vencida,
y yo no quise seguir tu estela;
la que aún me guía.
-Tristes sueños se desparraman
del precipicio de la existencia-
El dolor mío hurga cicatrices de luna,
la que me abrazó y se fue,
esa que delata que vuelve a ser noviembre
en mi corazón,
mientras tiemblan luciérnagas revoltosas
en la boca desquiciada
del escorpión,
que puede que ahora estés besando.
Rebelión que sueña despierta,
utopía se me pasó de largo
cuando iniciaste aquel viaje que yo mismo
también emprendí;
hacia olas huérfanas de playas,
hacia desamparadas ciudades
en las que violentos corazones
desencajaron su pasión en ti:
Si en fondo yo sólo buscaba, tan sólo,
mirar más allá de las estrellas.
(…)
Te diré, peregrina de enloquecida paz,
que miro a mis espaldas,
no te veo,
pero tiemblo al sentir el pasado
como un fantasma manifestarse.
no te veo,
pero siento tu aliento en mi costado;
muchacha de desvelo en el tiempo
nos queda el Universo efímero de todo
lo que nos pasó por delante,
nos vemos con los ojos de los ciegos
la canción sin música,
y un poema de nadie.