Sin tener más que tu nombre,
me perdí en el carbón de tus ojos,
has bautizado estos versos
que son luz para el ciego
y libertad para este loco.
Te encontré en este bar
y dí con tu sonrisa en la mirada,
chica que observas tras la barra
dándome luz
con los gestos tuyos soñadores (...)
Quién no se hubiera atrevido
en saber qué hay detrás?
Quién, viendo su triste destino,
no hubiese perseguido
una constelación de estrellas
tras tu falda al caminar.
Así que, muchacha,
con este poema me despido,
te ofrezco todo lo que soy,
yo tendré que saber que
tras tu cintura sale el sol,
que tú fuiste mi sueño
y los sueños
sueños son.
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