Se van las luces de la ciudades
y se enciende el alma del viajero
que ama.
Arcoíris de color gris,
mantos de estrellas caídas,
días de la razón que el sexto sentido
pisotea en mis botas
en banderas y horizontes.
Disipo brumas,
entre nubes de alquitrán,
y vehículos que relinchan
alrededor de la tarde perdida,
cuando vive la muerte
y sueña la amargura
de nuestra alegría
en cada viaje.
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