Ahora que se manchan
de dolor las aceras,
que miramos el planeta desde la compasión,
y no la lucha,
ahora que el ego brama,
y la luz de las estrellas
no cunden con el ejemplo
en la distancia de la bruma,
Ahora bebo de la lava del suburbio
en los peores bares
y pierdo, tan golfo, los amores
que creí haber conquistado antes
en nuestro distraído desazón
de fin de semana,
de inicio del final del mundo.
Y es sólo dar la vuelta
a la mañana
para ensayar con mi guitarra
el lamento más profundo.
Ahora.
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