Qué corto se me hace el viaje
de tu cuerpo leve junto al mío,
rayo de etrenidad
en el suspiro
de morir o amar,
dulzura de ángel herido,
cicatriz de luna,
que tiene frío
en el cielo que habita por los dos.
Qué corto se me hace el viaje,
de mi fe ansiosa
al palpitar de los viajeros
sin edad,
en el muro del tiempo,
trenes que se cruzan
por la quimera de ser libres,
y no saber donde reside nuestra historia
rota,
sedienta.
Y la mirada cuida
aunque también puede ser
indiferente ante la injusticia,
lloro mientras duermo
y de los tréboles de cuatro hojas
mi destino recoge
sus tallos frente la media luna
de un país con tu nombre
pero, maldita sea,
una bandera impostora,
-como todas-
en el asta.
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