Hay demasiado cansancio y pesar
en las luces del bar
en el que te amé,
hay demasiada tristeza
y rutina en los labios
que besan por besar
que rezan sin saber
donde reside la flor del primer amor,
donde las olas se confundían
en una ciudad sin playas
y los ojos miraban como colibríes
alzando el vuelo al levantar nuestras
pestañas, como dardo el alma,
para vernos el rostro,
sin saber que lo que veíamos
es en realidad
el ángel que reside en nosotros,
tras el espejo de ambas pupilas
cansadas,
tristes,
resignadas
y llenas de amor.
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