Mirar el mar
y que en nuestra mirada
se pierdan los océanos
de mareas y olas,
para que la nostalgia sea el aroma,
que se confunde con la estela
de navíos
envueltos en la espuma
que vuelve en sí,
cuando éramos náufragos del tiempo.
En la isla de lo encontrado,
vivimos en el recuerdo;
en el que los faros
ya no dejan de alumbrar
lo que fuimos,
lo que fuiste para mí.
Y es que mirar el puerto
es sentirme
pasajero de un horizonte
azul,
de la luna que se esconde
detrás.
Mirando el mar.
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