En lo que dura un sueño,
te doy lo que no tengo,
o lo guardo, sin saberme con ello,
tú, que insistías
en quererme radiante,
como a veces, no me veo,
yo, con un cristal
que te mira,
tan cerca, tan lejos.
Tiembla el avión,
destripando nubes del Sur,
y en esta tarde de marzo,
aposté y creímos demasiado
con lo que podría hacer la poesía,
mientras aún anda vagando
el niño que fui
por arrabales y barrios sin salida,
hoy este tipo,
saca un papel y lee;
En los suburbios que lindan con el subsuelo
de algún lugar extraño...
La sensibilidad fue bálsamo y veneno,
de haberte soñado,
y se pierde en la distancia del amor
recuerdos
marcados con la sangre del alma,
caballero sin paz
ni armadura
que vuela viajando
los cielos.
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