En el paso que va
de tu nombre al mío,
esta sonrisa eterna
de valiente perdedor
admite que sólo sé luchar,
sin descanso
en sobrevivir a la locura,
y vencer a la muerte.
Las camareras esperan
allí, por alguna estación
que no aparece en los mapas,
deseosas, tal vez,
de hacer realidad la poesía.
Pues tal vez creer
que los poemas
cambian el alma sin vida
de tanta gente que nos rodea,
es saber que lo único que poseemos
en realidad,
es la Palabra.
En el tramo oscuro
de entre verte y no verte,
se despejan mis dudas
así cuales aviones
que salen o vuelven
de ciudades perdidas.
La vida es nueva vida,
si tú no me miras,
y el amor mío
es un suspiro al tiempo
que envuelve
sin ti, pero contigo,
esta mente que te piensa,
peregrina.
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