Me hace daño
la eterna melancolía
de esta espera,
en la que el mundo
gira sin saber
que yo di vueltas
en un viaje inaudito
por las estrellas.
Duele la dulce
mansedumbre
de ser huérfano
sin lugar
en el corazón desértico
del mundo,
y aunque ya nada es para siempre,
me queda amarte en sueños,
como la nostalgia
hecha cuerpo,
ojos, alma, y frente.
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