Roto en el alma,
con la amargura
de silbar las sílabas
de tu nombre a oscuras,
anhelo un destello de dulzura,
en este mundo que no entiende
de razón, ni de orden,
cuando se mudan
los miedos
en una estación del tiempo
que lleva nuestros nombres.
Mientras alzo entre mis manos
el camino,
que me lleva
hasta donde tú nunca supiste.
Allí donde renací
de la cegadora luz
de la desesperanza,
y me abraso
en un vuelo homicida
contra
todo lo que creímos.
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