Nadie me espera
en la estación,
de nadie soy;
de ningún lugar vengo,
tan lejos que
soy el arpegio
de una canción
que es llevada
en la marea del cielo,
nadie te sueña
como yo,
borracho de ideal
que sólo en ti creo,
soy la luz
que tintinea
en la pupila del amor,
del tipo que mira
al verte
en este despropósito
de lunes lleno.
Y a pesar
de ver tu rostro
en las corrientes
del tiempo,
me declaro culpable
de desearte
como quien ama
lo que nunca ve
pero sabe cierto.
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