He aprendido a supervivir
a golpes, de creación, y de vida,
Tal vez el secreto es dejar fluir
los atardeceres,
que mis pies
constantemente hacen alejar y volver
como la mar.
Porque la mejor forma
de no tener miedo
es saber qué peldaño bajar o subir,
a cada instante,
en el juego de silencios y mensajes
que el corazón vibra en su pálpito.
(...)
He aprendido a salir a flote
entre la gente
y de los adioses, las palabras;
los viajes de ida,
y es que el mundo acecha al temeroso
y atrae a quien arroja valentía
en esta ciudad sin nombre
que me olvidé de pronunciar
porque el día de hoy
comienza, otra vez, de nuevo,
la partida.
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