martes, 8 de abril de 2025

Vela apagada

 
Arruinan la vida
por querer hacer eterno
lo que pertenece del tiempo.

Arruinan el amor
por creer en la posesión
antes de ser ola
que besa la arena
en este mar de desierto, 

Se cargan todo lo que queremos
en un disparo
a quemarropa por la espalda
y yo no entiendo
en qué hora
te fuiste 
como el rumor alrededor
de una vela ya apagada.

La gente está sola 
aunque mucha esté acompañada,
se aferran a una tabla salvavidas
sin saber saltar las olas
en este mar
que es la vida.

Que es la vida.




Sin hablar

 
En un beso sabrás
lo que esperé, 
dijo el poeta sin destino, 
en estos versos de viajes
y sueños, seré, 
el que haga flor
del árbol caído.

Gentes que buscan 
a alguien con quien morir
antes de encontrar
a quien soñar, 
se recuesta el tiempo
en el mar
y no es fácil decir te amo 
sin hablar.



Lunes

 
Nadie me espera
en la estación, 
de nadie soy;
de ningún lugar vengo, 
tan lejos que 
soy el arpegio
de una canción
que es llevada 
en la marea del cielo, 

nadie te sueña 
como yo, 
borracho de ideal 
que sólo en ti creo, 
soy la luz 
que tintinea
en la pupila del amor, 
del tipo que mira
al verte 
en este despropósito
de lunes lleno.

Y a pesar 
de ver tu rostro
en las corrientes
del tiempo, 
me declaro culpable
de desearte
como quien ama
lo que nunca ve 
pero sabe cierto.


Alma y frente

 
Me hace daño
la eterna melancolía
de esta espera, 
en la que el mundo
gira sin saber
que yo di vueltas
en un viaje inaudito
por las estrellas.

Duele la dulce 
mansedumbre
de ser huérfano 
sin lugar
en el corazón desértico
del mundo, 
y aunque ya nada es para siempre, 
me queda amarte en sueños, 
como la nostalgia
hecha cuerpo, 
ojos, alma, y frente.





Se aleja y viene

 
Llega a su final mi viaje, 
y un nuevo comienzo
se viene, todavía, 
la arena en mis huellas revelan 
cuánto fui en aquel pasado
donde tus labios
eran destello
de la felicidad
que busco en cada esquina.

Mi voz y mi guitarra
cantan a lo hondo
del pecho, 
como el himno 
de esta vida que fantasea 
con lo que nunca ve cierto, 
como tu amor
que se aleja y viene
en orillas del tiempo.




Desnudez

 
Cuántas veces 
he soñado con besarte
en una noche que nunca acaba, 
tu cuerpo, religión 
de mis días con insomnio
que llenan de locura
la insana costumbre
de buscarte tras cada
habitación vacía.







El forastero

 
Yo soy loco,
que de amor se embriagó,
 
soy un loco
que de la indiferencia, 
hizo canción, 

yo soy alguien 
que nunca viste
en los reflejos
del cristal de este espejismo
hecho vida, 
o mentira, 
de donde mana el tiempo.

Mi corazón a la deriva, 
entre gentes
que no aman su destino, 
va, canción triste
de olvido llena, 
hacia nuevo mundo que sueña
tus labios.

El forastero partió
sin fe a un lugar extraño
que no sabe pronunciar,
ni tampoco el nombre
que te llama a ti, 
desde esta terraza
en el péndulo de gentes
hastiadas 
muere la luz de tus brazos
que apagados 
encienden nostalgias
y soledad.




Arte que enmudece

 
El arte de una nostalgia, 
de un amor no correspondido, 
el quererte como quieren
los locos a la libertad, 
esa que va de tu espalda
al ombligo.

Arte que enmudecen 
mis entrañas, 
la pasión es un sueño distante, 
y el odio cada día, 
parece ganar en este desastre
de ternura que se pierde
por los pliegues de mi voz.

El recuerdo poco a poco, 
se aleja
y mi vigor de poesía llena, 
reclama al cielo
el viaje que nunca haremos, 
porque el amor 
es de los valientes
que rezan por vivir 
en los precipicios.

Todo lo que fui
está en este atardecer
que va muriendo, 

como la vida, que perdida, 
se llena de lamento
todo lo que somos, no será
mañana lo que seremos.




La voz en grito


Clamando la voz en grito
de una camarera herida 
por el amor, 
te escribo, 
con la llama ardiente
de la nostalgia
y esta desazón, 

de un tiempo que se nos va.
(...)

Me sumerjo hoy en África, 
ayer fue Nueva York, 
mañana, tus labios, 
y la mentira de la vida
me ha enseñado
en morir como todos, 
pero vivir con alas
como sólo alguien sin ley
puede rebelarse.

África, salvaje y de paz fiera, 
abre los ojos ante la belleza, 
y mantiene la mirada
en playas infinitas 
desde donde late
mi corazón y tu voz 
en la distancia.

Clamando la voz en grito.


Canciones tristes

 
Las dudas se revelan
entre dos palabras que nunca 
supe decir.

Mientras mis amigos 
ya desistieron
de la locura por ser libres, 
cuando yo, 
tan solo me veo
sin nada más en el espejo
que siendo un caballero
desnudo de armadura, 
el que llora todavía 
al oír canciones tristes.

Nunca te dije 
que no me pertenece
ser amado 
aunque sea consciente 
que el sinsentido
de tiempos pasados
los convertí en lírica, 

nada más verte


Nunca te dije 
que soy un pájaro
sin alas en el vendaval
del tiempo suicida, 
que nos aguarda.

Entre el amor y la muerte, 
lo que dista tu sonrisa guerrera
y mi amargura de perderte.




El sol

 
El sol me acompaña 
en cada viaje, 
y desata las ansias
de un atardecer perdido
en los arrabales del planeta.

Duerme la sombra
en mi sueño impaciente, 
y es tanto lo perdido, 
que se encuentran las olas
con mi destino
por el horizonte, 

y asoma el delirio
que me mató mal
haciéndome por siempre
fuerte.

El sol me guía
en la estampida 
de un destino errante, 
paraíso desiertos
pisan mis botas
allí donde ,aunque no estés,
quise hallarte.



Playa

 
Desde la playa diviso aviones
en los cuales quiera salvarme
al igual que tu corazón 
cerrado
por tantos problemas 
de amantes.

En esta playa 
quisiera salvarnos del amor, 
para volverá caer en sus redes
de nuevo, 
amordazados por el latido
de África doliente, 
y sueño como la noche
que llega al mar 
en un atardecer lleno 
de dunas áridas, 
y barcos 
encallados 
a su suerte.

Desde esta playa
vomita la espuma de olas
el renacer de la arena, 
devastados sentidos 
en la locura de ser libre
entre tanta oscuridad
y pena, 
la playa es eternidad
entre el cielo, la mar

y tu ausencia.


Extraño

 
Te vi bajo el viento borrascoso
de un martes, 
sin afán ni tiempo, 
con el estrés entre las nubes, 
y el rutinario paso que nos llevaba
de la mano
camino a la locura, 
cuando la muerte no es más
que esa cotidianidad de horas
sin reloj; ni camino.

Te vi bajo la lluvia, 
y prendidos, tus labios
en mi boca, 
amarrábamos las últimas luces
de una ciudad que nunca duerme
en un desconsuelo 
que nos hace prisioneros, 
sin sentido, ni sueño, 
metal y óxido del día a día, 

Se apropia el deseo 
en la guarida de habernos hecho daño, 
tras un mundo ciego, 
ya tantas veces 


extraño.

Te vi entre la multitud, 
extraño.





sábado, 5 de abril de 2025

En el paso que va

 
En el paso que va 
de tu nombre al mío, 
esta sonrisa eterna 
de valiente perdedor
admite que sólo sé luchar, 
sin descanso
en sobrevivir a la locura, 
y vencer a la muerte.

Las camareras esperan
allí, por alguna estación 
que no aparece en los mapas, 
deseosas, tal vez,  
de hacer realidad la poesía. 
Pues tal vez creer 
que los poemas 
cambian el alma sin vida 
de tanta gente que nos rodea,
es saber que lo único que poseemos
en realidad, 
es la Palabra.

En el tramo oscuro
de entre verte y no verte, 
se despejan mis dudas
así cuales aviones 
que salen o vuelven
de ciudades perdidas.

La vida es nueva vida, 
si tú no me miras,
y el amor mío
es un suspiro al tiempo
que envuelve 
sin ti, pero contigo, 
esta mente que te piensa, 
peregrina.




Duermes

 
El poema que te escribí
mientras dormías, 
hablaba de un amor profundo
y tierno, 
como tus ojos sin vigilia, 
como una niña 
que se acurruca en paz
entre los huecos de mi pecho.

El poema que te escribí, 
mientras soñabas, 
revelaba la realidad cruel
que nos martiriza, 
siendo dos locos, 
por el hecho de sobrevivir
entre las ruinas, 

tu risa con la mía.

El poema que te escribí
cuando éramos más que dos,
ambos llenos de ausencias, 
y de caminos por explorar, 
era dependencia de encontrarnos
en un destino
en el cual nuestro dolor habitaba.

El poema que te escribo
mientras vas despertando, 

sufres y amas, 
en la antesala
de un despecho hecho himno, 
corazón y estaca.

Son esto versos (...)

Es mi ser 
                en llamas
relatado.








Atlántico


La brisa del océano Atlántico,
besa mi pupila herida, 
anhelo peregrino
en el café a destiempo
que te sueña, y te mira, 

Esa brisa entre los acantilados
deja de un lado nuestra risa, 

Pasos viajeros 
que se marchan 
siendo encuentro 
y no huida,  

Quiero con desengaño, 
desvelado en el arte de esta, 

mi verdad, 

y aunque regalo el corazón a todos, 
no me ato a nada, 
anclado en bucle 
a cientos de despedidas.




Ara

 
Ahora 
que ya no es tan luminosa
tu sonrisa, 
llámame osado, 
si pienso que el amor
haría sanar 
los más oscuros y recónditos
atajos del alama.

Ahora que se vuelve 
a girar la rueda 
del desamor y los encuentros, 
para que el destino, 
sea llevado por fin
por nuestros dedos

Ahora (...)

Ahora estarás cuidando 
de mi sonrisa extraviada, 
cuando, todo es la nada
que va a retoñar,
en el momento 
que nunca seremos tan jóvenes 
como ahora, 
para lanzar un último beso, 
al alba.

Ahora.





Ridículos

 
Me vestí de extraño
porque creía que era real
como los demás con recelo
insistían en verme, 

hasta que desnudando el tiempo, 
pude sentir mi verdad;

y es que ellos desde sus jaulas, 
nunca aceptaron, 
que vuele, 
libre, 
que vuele, 

y les haga sentir tan pequeños 
y ridículos.



Aprendizaje

 
He aprendido a supervivir
a golpes, de creación, y de vida, 

Tal vez el secreto es dejar fluir
los atardeceres,
que mis pies
constantemente hacen alejar y volver

como la mar.

Porque la mejor forma 
de no tener miedo
es saber qué peldaño bajar o subir, 
a cada instante, 
en el juego de silencios y mensajes
que el corazón vibra en su pálpito.
(...)

He aprendido a salir a flote 
entre la gente
y de los adioses, las palabras;
los viajes de ida, 

y es que el mundo acecha al temeroso
y atrae a quien arroja valentía 
en esta ciudad sin nombre
que me olvidé de pronunciar
porque el día de hoy
comienza, otra vez, de nuevo, 
la partida.







En un café

 
En un café, allí donde el tiempo
no deja de contar las horas de la espera, 
Delacroix pintó en alcobas colindantes
"la Libertad guiando al pueblo",
y todo lo que no fue nuestro, 
nos lo arrebataron antes de llegar, 
donde realmente nunca tendríamos
que haber dejado de sentir.

En un café, viéndote 
como deslizas con cuidado 
esa bolsita de té en la taza, 
apartando la intensidad de mi mirada, 
estuve rellenando 
tantos vacíos con tu nombre, 
que al final del cuento, 
nada queda, 
no queda nada, 


más que dos extraños,
asaltándose a silencios 
en un café perdido, 
por ejemplo, en África.




Viajo para acordarme

 
El tiempo reza olvido
entre tanto dolor, 
y releo como dijo 
el poeta, 

no te juzgues sin tiempo, 

Porque lo malo se hace bueno
cuando después de una derrota
vuelves a caminar, 
siempre.

Viajo para acordarme 
de dónde vengo, 
y me pierdo en el dolor 
de las nubes.

Si ves pasar un avión, 
salúdame desde la terraza, 
yo brindaré por la tempestad
que vendrá, 
intuyendo
que es tan parecida 
como la que cada día, nos asalta.

Esta melancolía alegre, 
no entiende de dios, y de juramentos, 
llevo de equipaje
los miles de deseos
que flotan entre esta tempestad, 
olas que vienen y se van
como personas, como amentes
como la vida

y su sortilegio.






Sin armadura

 
En lo que dura un sueño, 
te doy lo que no tengo, 
o lo guardo, sin saberme con ello, 
tú, que insistías 
en quererme radiante, 
como a veces, no me veo, 
yo, con un cristal 
que te mira, 
tan cerca, tan lejos.

Tiembla el avión, 
destripando nubes del Sur, 
y en esta tarde de marzo, 
aposté y creímos demasiado
con lo que podría hacer la poesía, 
mientras aún anda vagando
el niño que fui
por arrabales y barrios sin salida, 
hoy este tipo, 
saca un papel y lee; 

En los suburbios que lindan con el subsuelo
de algún lugar extraño...

La sensibilidad fue bálsamo y veneno, 
de haberte soñado, 
y se pierde en la distancia del amor 
recuerdos 
marcados con la sangre del alma, 
caballero sin paz
ni armadura
que vuela viajando
los cielos.




El vacío

 
Abrazado al vacío, 
que desde la ventanilla del avión
me mira, 
como lo hacías tú
hace tiempo, 
voy contando las partidas 
cuales días 
en los que me supe eterno.

Con esta nostalgia
que siente aquel
que huye de todo compromiso, 
arrojado a manos de una huida,
mi ausencia llena de distancia, 
te piensa 
en este viaje 
a África.





Roto en el alma

 
Roto en el alma, 
con la amargura 
de silbar las sílabas
de tu nombre a oscuras, 
anhelo un destello de dulzura, 
en este mundo que no entiende
de razón, ni de orden, 
cuando se mudan
los miedos 
en una estación del tiempo
que lleva nuestros nombres.

Mientras alzo entre mis manos 
el camino, 
que me lleva 
hasta donde tú nunca supiste.

Allí donde renací
de la cegadora luz 
de la desesperanza, 
y me abraso 
en un vuelo homicida 
contra 
todo lo que creímos.




El deseo

 
Te deseo, 
a pesar que ya el tiempo 
parezca no transitar
en los recuerdos,
como la herida que eres, 
que vuelves tras los años
bestiales de necesidad
tras el viento.

Deseo del amor, 
que llovizna en el rincón
donde esperan los presos, 
te deseo como la luz, 
como el crisol encendido
que lleva la espera sin esperanza,
dentro mi pecho.

Deseo malsano, 
animal que pierde el orden, 
la ley, el respeto,
y veo en ti
la fuente que arde en la locura,
la montaña de arena
de nuestros cuerpos, 
que no se desmoronan a pesar
de los siglos venideros.

Deseo, te deseo. Deseo.




Dónde voy

 
No sé dónde voy, 
pero sé que solamente mis pasos
podrán enseñarme el camino, 
como un poema que abre 
palabra tras palabra, 
un aprendizaje 
entre la realidad y el sueño, 
la libertad o el delirio.

No sé dónde voy, 
pero en ti amanezco, sin saber
donde me dirijo, 
tal vez la esencia de cada viaje
es entender que somos 
cometas al aire
sin miedo, ni peligro.

No sé dónde llegaré
cuando todos los países 
se sepan mi apellido, 
tus labios, entonces, 
me esperarán, 
bohemios, con el roto cristal
de un espejo
que refleja el olvido, 
entre vino y ensoñación
construiremos
una vez más
hasta la infinitud...


camino.


Aquel bus

 

Una muchacha mira 
desde la ventana del autobús
que va camino a Barcelona, 
y su mirada perdida
se encuentra con la mía, 
en el reflejo del cristal.

La inmensidad, si no se es valiente, 
desfallece
entre palabras que nada dicen, 
que sólo consuelan
al loco 
que ya cesó de buscar razón.

Y la mirada de una muchacha 
le devuelve a la tierra, 
entre el amor de los lunáticos sin consuelo, 
y la eterna decepción, 
llena de sueños que murieron
al callarse ambos 
en aquel bus
que iba una mañana de marzo 
a Barcelona.



Los años

 
Pasan los años
como una corriente de viento
en una ciudad montañosa, 
pasan, mansos, 
como un rebaño sin guía, 
como un bus 
que se adentra en el olvido, 
y tú, chica que no miras, 
y ya cesaste de soñar, 
cuentas los amantes huidos 
como siglos, 
pero yo te siento 
como quien se manifiesta en una 
esperanza muerta, 


Pasan los años, 
y de nieve se pobló mi rostro, 
mis manos de huecos manchados de tinta, 
mi alma, 
de sonrisa huérfana, 

antes de nacer.


Pasa el tiempo, 
y ya no sobreviviremos a este naufragio, 
abandonados en esta eterna defensa, 
resistiendo entre los años, 
que vislumbran odio, 

soledad
y guerra.


Pasan los años.



Me sumerjo

 
Me sumerjo
en las últimas horas de este desvelo, 
de un viaje ardiendo 
en las pupilas;
universo dentro de mi pecho, 
que se proyecta 
en unos brazos ausentes;
poesía (...)

que se va y no vuelve, 
más que a encender una llaga 
tan adentro.

Me ausento de tu imagen, 
y todo sobra, 
porque nada me basta ya, 
al perder la cuenta 
de tantos aeropuertos
sin llegadas a ti.





En el bar del olvido

 
En el bar de los que perdimos tanto
tras esta fugaz vida, 
la locura es compañera de una huida 

siempre en lucha.
(...)
Cuando alcé el eco tras la debacle
de no saber qué amar, 
seguiré ignorando 
a dónde me dirijo
aunque me encuentre tu camino.

En el bar del olvido,
tu recuerdo se presenta en una mesa
vacía.


Tu rostro perdido

 
En el nombre de tu rostro perdido
sobre lamentos,
fueron las estrellas

quienes me hablaron de ti.

Se cayó por entre las nubes, la belleza, 
cuando el hito de mi vida
fue haberte conocido, 
sin encontrarte -todavía-,

y la tristeza 
-esa hermana de la libertad-,
anda inquieta en un mundo 
que va cayendo por entre las ventanas
de este autobús, 
camino a ningún lugar, 

allí donde se pierde 
lo vivido para tener
por quien morir, 

y es que será que hace tiempo 
que se olvidó de nosotros
la vida.