Sentirte en un torrente de delirio,
da sentido
al trémulo temblor,
y fuera, el mundo,
con su sucia bendición,
de autos y facturas,
no oyen los ruegos
de este pobre que te sueña,
con los ojos como cruces
de un cementerio.
La revolución prometida
es caminar,
en las venas perdidas del tiempo,
cuando algunos gritamos
para ser ángeles
y rearmar la luz
en la revolución frustrada,
de podredumbre y dolor,
por las cunetas del éxtasis
clímax de una lucha agónica,
al otro lado de tu frontera.
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