Tu mirada de papel mojado,
tu risa como canto herido,
en Yakarta,
tu infinito que se pasó
al cruzar mi mirada,
tu cansancio sintiendo mis ganas.
Tu herida en el alma,
que invisible es la cicatriz del mundo,
la poesía en mi vida fracasada,
al no entender tanto olvido,
tus ojos de razas aborígenes
y piel intocable,
tu cultura hecha fe,
tu fe; consuelo del caminante,
te escribo
con el mundo a mis pies,
y el pasado acunando mis torpes huellas,
como un niño recién nacido,
ahogo este grito,
nadie me ve, y me siento libre,
como cuando contigo,
compartí la soledad,
fuiste el temblor de un ave de paso,
si entras por la ventana de mis ojos,
el amor es una habitación
que tiene fácil la entrada
y tan difícil
mi salida.
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