Amanece en esta selva de palabras sordas,
de silencios que hablan de vos,
-sí, me tuve que ir-
porque detrás de cada huida
me esperaba a mí mismo,
con una sonrisa
ante el abandono,
de buscarme entre tanta gente,
tras tanta distancia,
que lo que no comprendes de mí,
es lo que te falta;
esta magia de versos
que cambian poco a poco
el mundo,
y si no los oyes, quizás te arrinconen
en el vacío de emociones,
donde poco a poco mueren
poniendo una vela
tal vez a este loco santo de tus pecados
que nunca
nunca
dirás.
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