La vida, ese laberinto
en el que entras y no sabes bien,
cómo salir,
es algo así
como cuando no sé despedirme
en el funeral de la memoria.
La vida es
una acérrima nota de desconsuelo,
en el gin tonic del ahogado,
la vida atesora ese instante en el que fuimos eternos,
y por el cual merece la pena
haberla vivido.
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