Eres una lumbre en la intemperie,
el abrigo tras la lluvia,-la luz-,
te llenas de la canción que a media noche
se estrella contra la ventana abierta
de mi corazón.
Y ya no sabes si maldecir la tempestad
de nuestras miradas que eclipsaban
el sol del último verano,
sin entender de soledad
cuando te hablo de la libre opción
de soltarnos de la mano.
Somos tránsito de aceras y quietud,
viaje a fin del mundo,
donde empiezan los viajes,
eres unos ojos que me miran al caminar
aunque no estés presente.
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