Me alegra saber que existes,
que aunque no te tenga,
te rozan mis sueños,
se empapan mis labios,
y la fantasía de tu cuerpo
entra poco a poco,
muy lentamente
en la inmensidad de mi alma
fría.
que aunque no te tenga,
te rozan mis sueños,
se empapan mis labios,
y la fantasía de tu cuerpo
entra poco a poco,
muy lentamente
en la inmensidad de mi alma
fría.
Señorita;
que alegra saber que existes!
he de confesarte que has dado luz
a la sombra del tiempo;
porque convertiste en magia
a la rutina.
Mujer que resurges al atardecer
del acoso de miradas
y envidias,
haces menos huérfano de amor
a mí, que te miro ilusionado.
Hazme creer que la poesía
existe entre las ruinas
de esta ciudad que se rinde;
que se rinde
y los locos como nosotros,
en el libro de habernos conocido,
leemos estos versos
y nos enamoramos.
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