Suena una guitarra muda
en mi alma a gritos,
cuento los ojos soñadores
de aquella muchacha
y ya no sé a quien escribo,
borracho de los focos
de otras miradas y anhelos.
Canta mi garganta ahogada
en un llanto sin lágrima,
y me revuelvo en el suelo
del árido horizonte
desde donde se descuelgan
las aves que sobrevuelan
el rojo cielo,
el mismo que nos vio
despedirnos aquella vez
a los dos.
Suena una guitarra con la voz
del viento,
y deletreo una novela
cuyas letras nunca entendí
y sólo siento
que se abalanza
mi razón
por encima de los miedos
locura de ser en un mundo
mísero y ciego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario