Los ojos del color de la tierra,
esa que palpita en el interior
de la salvaje historia
que cuenta la leyenda;
mujer hecha de sangre y cielo,
que cruza las civilizaciones en ancestros
de la luz hecha tiempo infinito
en ti.
La sonrisa como mástil de un barco
a la deriva
que disimula por el extravío,
dulzura y sal,
niña que cose la distancia de las estrellas
en un manto de nube
desde tu ventana.
Persigues el destino a nado
entre corrientes de mareas,
ojos color de la tierra,
sol en las mejillas,
hablas con la lejana quietud
de un sueño
de terremoto en esta ciudad.
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