En los pasillos de una casa ausente
brotan las presencias que fueron luz de recuerdo,
renace de las ceniza una sombra de muerte,
y callo el grito loco de aparentar ser cuerdo.
Anida el desconsuelo entre las ramas
por pájaros que van llorando tras la partida mía,
mientras el aire se huracanea en tus pestañas
aquella vez el tren no vino, -y yo te besaba en la vía-.
Los que creen llegar antes, deben esperar
a la tortuga que corre con ilusión,
ya me exilié de escritores que juran el mar,
para vomitar y que se repita la misma canción,
será que no cesamos en la búsqueda de buscar,
será que no sangra de tantas puñaladas el corazón
(...)
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