Al escribir
queda impregnado de firmamento
lo efímero
de haber sido eternos,
al escribirte
mientras miras distraída la ventanilla
de aquel tren,
recorro las ausencia de antiguos amigos,
de gente que quedó en el camino
de un poema que hoy
empiezo a recorrer
de nuevo,
otra vez.
Al escribir(te)
pongo el alma en el fuego
y ardo por los dos,
Valencia es un ave
que destella de miedo
y el mundo es pequeño
cuando el alma perdemos
solamente, como si nada.
otra vez.
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