La inmensa rebeldía
de soñar con tu voz helada,
crea un temblor en la mirada
del fuego mojado por el sol.
El día que nunca llegará
ata grilletes a mis alas,
volar y viajar tienden redes a la mar,
entre tanta gente de tránsito.
Cuídate de quien te ama,
no hay luz en el eclipse incierto,
siempre bailando con la palabra
ciega y nunca dicha.
Y en resumen, escribo
apelando al olvido y su dios,
mi vida pasa en frente mía,
y sigo creyendo que nunca viví.
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