Siempre quise viajar al infinito
con un caballo de cartón
en mi infancia soñadora,
me hubiese gustado ser
protagonista de un cuento bonito,
que pudiese despertar
a las pesadillas que hoy me rondan.
Siempre quise roer la manzana prohibida,
y de rodillas,
dibujar en la arena un imposible,
abrazar un planeta,
y con una escalera
subir a la profundidad del universo
del color, tus ojos.
Con alas de gaviota
viajar a la guarida donde el amor se esconde,
coraje de guerrero con las manos heridas
de las espinas de la rosas,
cada una por las personas
que conmigo estuvieron,
desde lo más bajo al cielo,
en la vorágine del tiempo
que se esconde en nuestros nombres.
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